Correspondencia virtual, problemas muy reales
Zonya se ha decidido finalmente a salir a jugar con nosotros, lo que me alegra ya que me brinda por fin la oportunidad de citarla como es debido. A menudo me hace reflexionar, y así ha ocurrido en esta anotación, donde nos cuenta como un error de su proveedor de correo se ha llevado por delante unos días de correos personales.
Al margen del significado personal importante que este tipo de sucesos tienen para cada uno, su anotación ilustra uno de los muchos problemas graves y preocupantes con los que ya tienen que lidiar los historiadores y académicos. Hasta la fecha, una de las fuentes más importantes para elaborar, por ejemplo, biografías de personajes o estudios históricos son las correspondencias personales. Y estas correspondencias sencillamente están dejando de existir.
Desde la generalización del correo electrónico, muchos de nosotros hemos abandonado por completo sobres y sellos, y nuestra correspondencia ha pasado en muchos casos a ser un chorro de unos y ceros almacenados en discos de anónimos servidores ubicados vaya usted a saber donde. Aunque esto tiene sus ventajas, si por un casual, a mi ahora mismo me ocurriera algo, esa correspondencia sería eventualmente borrada para hacer sitio una vez transcurrido el correspondiente periodo de inactividad de mi cuenta a menos que mis familiares hagan algo al respecto, cosa que no siempre es fácil.
Tendemos a pensar que siempre tendremos tiempo de dejar las cosas en orden, pero puede no ser así. Y llevarse al otro barrio las contraseñas puede dejar las cosas muy complicadas a los que quedan. Ahora bien... ¿querríamos que nuestros familiares leyesen toda nuestra correspondencia? Quizá tampoco sea tan mala perspectiva en algunos casos ;o)
Este problema no sólo afecta a las personas, sino también y de forma crítica, a las empresas. Pero eso merece otra anotación...
4 comentarios:
Tienes mucha razón primo, pero también es cierto que no siempre es así. Yo tengo guardados tres años (los que llevo en Italia) de cartas digitales con varias personas (por ejemplo tu hermano), lo tengo en la red, en el disco duro y en otros sitios. Muy de cuando en cuando lo reviso y es sobrecogedor ver el cambio que se ha producido en mí, en cómo soy, cómo pienso, como escribo... y ese mismo cambio visto en los demás. Que es algo muy parecido a cuando revisaba mis viejas cartas de adolescente. Los peligros de la "desaparición" también estaban antes: tirar correspondencia en momentos de ira, pesadumbre o ruptura, limpieza general inevitable, esas cosas. Ahora tenemos los peligros del "¿Eliminar? Yes/no" o de los virus o del disco duro que implosiona. Es un cambio de formato, pero en el fondo es casi lo mismo, ¿no?
ARRRRRG!!!! Tengo que eliminar esa dichosa cuenta "Alberto" de Blogger!!!!
Hola cugino,
desde luego tienes razón en que la correspondencia personal siempre ha estado sujeta a los mismos peligros. La diferencia en realidad no está en el formato sino en el cajón donde la guardas; donde antes tus cartas estaban atadas con un lazo en un secreter (se nota que crecimos antes de Ikea) ahora están en algún lugar indeterminado (una granja de servidores en un subterráneo vaya usted a saber donde), custodiado por gente que lo destruye automáticamente si no entras en cierto tiempo y al que sólo se puede acceder con una clave que en circunstancias normales sólo sabes tú y no tienes anotada por ahí.
Cualquier imprevisto que haga que tú no estés elimina al resto de gente la posibilidad de encontrar un día tus cartas, y eso sí que no pasaba.
Un abrazo,
Secreter... me acabo de sentir de vuelta en 1988...
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